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ALDEA SANCOCHO
DANZANDO EN LA DISTANCIA
Por: Myriam Ojeda Patiño
Al regresar a Cali después de muchos años de ausencia, me encontré con una ciudad que parecía contener el tiempo con un propósito de defensa, como las mujeres que para luchar contra la vejez, cada día intentan nuevos colores para su maquillaje diario, con una perseverancia de soldado de guerra.
Mi familia me hace preguntas de cómo es Londres y yo trato de contestar
dando respuestas distintas para estar segura de que he hecho el ejercicio de pensar sobre la ciudad donde he vivido una tercera parte de lo que llevo de vida. Mas cada vez que contesto sobre cómo esta organizada esta ciudad, o cómo son los Ingleses, o cuál es mi profesión, me doy cuenta que su curiosidad de pocos minutos se resume en lo que a mi me tardó muchos años entender. Me imagino que sus mentes se preguntarán si es verdad lo que yo contesto y sospecho que se asombran de mi respuesta a la pregunta: ¿A que te dedicas? A bailar-respondo.
Cuando mi país tiene tantos problemas le puede parecer a algunos que la danza no tiene ningún aporte a las posibles soluciones que, como miembros de la sociedad Colombiana, tenemos que afrontar a través de nuestras vidas. Pero supongo que aquellos (cuyaprofesión es bailar) tienen un concepto primario de lo que es el ser humano y se rehúsan a darle otros contextos a sus quehaceres laborales, o por lo menos esto es lo que me sucede a mi y a algunos cuantos que he conocido a través de varias academias.
Con la danza expreso mis emociones, mis fortalezas y mis debilidades. El
escenario es ese espacio concentrado donde hay que armarse de coraje y
honestidad para enfrentarse a uno mismo y al público. Mi meta cada vez
que ingreso a escena es transmitir lo que la pieza dancística tiene como
intención: la vida, la muerte, el amor, el desamor, la soledad y la multitud, los conflictos y las armonías, entre otros. Además, por supuesto, agregando lo estético de los movimientos y la composición coreográfica.
Para mis producciones artísticas siempre tengo dos fuentes principales de
inspiración: mi formación en la danza y mi pertenencia cultural y social a
Colombia y a la Gran Bretaña. Mi país me ha regalado la posibilidad de entender que nada es fácil, y que las cosas que de verdad valen la pena son aquellas que han costado mucho sacrificio conseguirlas (esto en otras culturas, especialmente la Europea, no es tan determinante y cuesta trabajo entender el por qué).
Colombia, sobre todo, me ha dado la oportunidad de mantenerme sobre la tierra, aparte de entender que los seres humanos somos complicados y que la realidad tiene muchas dimensiones, además de tener presente que somos extensos en todos los sentidos y que por lo tanto es la naturaleza del ser humano el objeto de estudio más complejo que uno pueda abordar. Inglaterra me ha dado la posibilidad de mostrar mi trabajo, de modo que la tarea cada día se torna más difícil, pues es uno de los países que recibe mayor cantidad de inmigración proveniente de todas partes del planeta, por ello los colombianos aquí somos solo una "minoría étnica".
Hoy en día sé que tengo un compromiso con nuestra cultura. Entiendo la necesidad de hablar de nuestros sueños y de nuestras necesidades, de cómo somos y lo que tenemos; que es bastante y de un valor incalculable. También Inglaterra me ha enseñado que existen otras maneras de vivir en comparación al caos, la corrupción, la crisis económica, la violencia y que la falta de humanidad no es parte normal de nuestra existencia, y que el ser humano puede construir una sociedad de valores positivos de respeto, justicia social y tolerancia.
Posiblemente los artistas somos un eslabón muy pequeño en la cadena de la sociedad, pero existimos y eso es lo importante. Aparte de eso tenemos el poder y el talento para sensibilizar a otros, que es más que suficiente, pienso yo, desde mi rincón pequeño de inquietudes.
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