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"CUENTIANDO"
Cuentos escritos por Vallecaucanos.
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Una pixelada
Por: Luis Fernando Muñoz Roldán
En este espacio caminaba lentamente, miraba a mi alrededor, unas gotas de silencio caían sobre mi frente, veía que pasaban y pasaban imágenes, era como una danza que no se detenía, así como mi frente que no paraba de reflejar esas imágenes. Al otro lado, quién estará oyendo algo de verdad?
El espacio empezó a cambiar y mi hueso frontal reflejaba conjuntos de píxeles. Estaba muy cerca, mucho más cerca de las imágenes. Sentía que las acariciaba con el “mouse”. Presioné la prótesis, las imágenes comenzaron a deambular en mi mente: veía, miraba, observaba; no podía parar de ver imágenes, ellas se miraban desde la pantalla en mi frente y se reían. Yo también me reía de ellas. Pero esta risa no tenía nada de parecida a la risa que criticaban los monjes, en la abadía de “El nombre de la rosa” de Eco. Ampliar Info.
DOLOR E INCERTIDUMBRE DIVINO
Por: Carlos Roberto Torres Tangarife
Por aquellos días Dios no estaba durmiendo bien. Nunca se había levantado con dolores en el cuello, menos asustado por un sueño que estaba acostumbrado a ver en la realidad de las cámaras de todo el paraíso. No era sábado, ni viernes, era martes, así que los nuevos inmigrantes serían pocos. Algo lo aquejaba además de su dolor, pero el solo pensamiento de saber que no eradía de farra, le bastó para obviar por unas horas lo que estaba sintiendo. Cerca del medio día, una gran fila humana se hizo por toda la carretera blanca cerca del portón. Sin embargo, todos los ángeles sabían que era poco el trabajo. “No vayan a abrir la puerta todavía”, anunció mientras se sobaba el cuello plagado de barbas. No era su día. Por primera vez, lo empezaba a azotar una incertidumbre mortal, además del insoportable dolor que no lo dejaba en paz. A cada instante se paraba de su mueble, marchando en un pequeño lote de mosaicos blancos como las nubes que adornaban su reino, tratando de salir de la duda. Ampliar Info. |