|
EL
VALLE
EL
PAISAJE DE NUESTRA HISTORIA
Por: Leonardo Alba Mejía
Es un milagro que después de tantos años, de estar
tantas veces en el ojo del huracán y en los brazos
de pequeñas felicidades, porque todos los que
hemos vivido en esa tierra llamada Valle del Cauca
hemos pasado de una cosa a la otra. Digo que es
un buen presagio que nos estemos convocando como
vallecaucanos. Quizás no hay Vallecaucano que
no sienta la necesidad de gritar, expresar, escribir,
susurrar lo que una larga historia de violencia
pero también de caricias, de guerra pero también
de amor, de exclusión y de fiesta ha tallado en
nuestras almas. Creo que todavía no hemos podido
retratar en su completa diversidad de voces, sentires,
aromas, colores, atmósferas. Ni narrar esa manera
como pasamos de la pequeña aldea a la aldea global,
esa manera de instalarnos con asombro y torpeza
en la modernidad. Todavía nos falta definir lo
que significa ser oriundo o habitante del valle
del cauca: un lugar en el que está todo por hacerse,
en el que sólo basta un poco de sabiduría para
darle un buen destino a tanta creatividad y disposición
para el trabajo.
No es nada fácil mirar hacia atrás y hacia delante
como Valluno. Existe entre nosotros, a pesar de
nuestros males, montones de razones para sentirnos
muy orgullosos. Esto da para una larga lista que
nuestro colega Jairo Pulgarín ha comenzado y quizás
es interminable.
¿ COMO HACER EL RETRATO DE NUESTRA VALLECAUCANIDAD
?
Para retratar la locura y el espíritu aventurero
de los españoles a Cervantes se le ocurrió El
Quijote, para hablar de los tormentos del hombre
de la época Isabelina a Shakespeare se le ocurrió
Hamlet, para hablar del hombre moderno a Kafka
se le ocurrió un personaje que sólo llamo X, Y
los novelistas contemporáneos encarnan toda la
ansiedad e incertidumbre de esta época con Millonarios
filántropos en el caso de Paúl Auster o con sicarios
y traquetos en el caso de los escritores nuestros.
Pero en medio de esos personajes con los que se
intenta sintetizar una época, un espíritu que
no augura tiempos mejores. A mi parece que si
hubiese que escoger un personaje para reconstruir
nuestra historia nos tocaría inventarlo, darle
una buena memoria y dejarle viva la virtud de
volver a poner todo en orden, de embellecer la
realidad.
Pero el sólo hecho de concebir un personaje así
que retrate nuestra vallecaucanidad está augurando
un estado de cosas en el que la vida se puede
seguir celebrando entre el diluvio de balas. Y
nos falta entonces todo. Crear el personaje, construir
la situaciones y plantear un buen final. Por ahora
nos toca volvernos ese personaje que pone las
cosas en orden y las embellece. Que no olvida
su historia y que se le mide a transformarla en
algo mejor desde somos vallecaucanos.
¿Y CUANDO PARE LA FIESTA?
Toda clase de visiones académicas, artísticas,
tremendistas, ilusas se han aventurado a comprender
nuestra realidad y en este ejercicio hay aciertos
y desaciertos. Entre todas las cosas que pueden
explicar lo que somos hay una en la que muchos
nos podemos reconocer: la fiesta.
La fiesta es algo que nos define muy bien. Pero
no sólo la fiesta como rumba, agua lulo, verbena
o reunión social. También la fiesta como una gran
metáfora de lo que nos pasa. Estanislao Zuleta
habla de la fiesta de la guerra y se podría añadir
la fiesta del narcotráfico, la fiesta de las vanidades,
la fiesta organizada por la alta sociedad, la
humilde fiesta para celebrar unos quince años,
la fiesta de las ideas, la fiesta de los artistas
en la olla, Esa fiesta de los colores y los olores
que es el valle del cauca. A todas esas fiestas
hemos asistido, no nos han dejado dormir, o no
las han contado. No hay persona en nuestro región
que pueda decir que es ajena a una de esas parrandas.
Es decir que todos podríamos reconocernos como
parte de una gran fiesta en la que hay de todo
eso.
La fiesta es un territorio donde se definen y
establecen complicidades y distancias. A los invitados
a esta fiesta, es decir a todos nosotros, hace
rato que nos ha llegado la hora de reconocer el
papel que cumplimos en tremenda fiesta.
Estanislao le dice a los escépticos a la fiesta
de la guerra que se maduren para el conflicto.
"porque un pueblo maduro para el conflicto es
un pueblo maduro para la paz". Algunos seguirán
en esa fiesta eterna como si nada. Vinieron a
gozar y ya está. Otros se despedirán temprano
sabrán que hacen parte de esa algarabía pero que
la vida los reclama para otros asuntos.
A mi me parece que esa imagen es hermosa. La utilizó
el director de Cine Emir Kusturica para hablar
del drama de la ex -Yugoslavia. Es que ser una
fiesta es ser un lugar donde habitan infinidad
de emociones y afectos, de anhelos y el deseo
de no sentirse extraños el uno con el otro, es
la posibilidad negada por visiones desesperanzadas
de seguir celebrando la vida. Pero una cosa hay
que incluir en esta consideración. A esta tremenda
fiesta en la que todo pasa hay que darle un nuevo
sentido. A esta fiesta hay que invitar a todo
el mundo y una gran mayoría están por fuera de
ella. A esta fiesta hay que darle calidad estética,
hay que volverla un espacio en donde todos nos
reconozcamos vivos, dispuestos para el baile,
transparentes. Esta fiesta debe ser en si un espacio
en la que se recupere- después de tantos excesos-
el gusto por lo sutil y lo bello.
Todavía estamos a tiempo de darle un buen rumbo.
Toda esta diversidad de emociones, de sentimientos,
de complicidades pero también de tristezas, duelos,
y resentimiento que habitan esta fiesta pueden
ser convocados a unos propósitos altruistas y
comunes. Vernos todos los vallecaucanos como parte
de ella nos sigue diciendo que es posible entusiasmarse
con esta tierra habitada por despistados y emprendedores,
tímidos y locos. Y la esperanza quizás no sea
otra cosa que imaginar una fiesta en la que nos
sintamos menos extraños y fluyan los abrazos y
nos pongamos deacuerdo y las diferencias no degeneren
en violencia. Parece fácil, cuanto nos sigue costando
y entonces cuanto nos toca trabajar para lograrlo.
Desde Somos vallecaucanos.com también podemos
trabajar en esa dirección.
|